Había
una vez una fábrica de muñecas situada en algún lugar del mundo.
En
este tiempo estaban fabricando las muñecas Mandy, unas muñecas muy especiales.
Cuando
las muñecas estaban acabadas, se las llevaba a una tienda.
Allí
fue donde Laura conoció a sus dos mejores amigas: Lili
y Yumma. La primera vino de China y la segunda de África.
Desde
el día en el que se encontraron en la tienda, se hicieron inseparables; por lo menos
hasta el día en que Sara, una niña de ocho años, fue a esa tienda por su
cumpleaños y compró a Laura.
Cuando
Sara salía de la tienda, entró Jorge, para escoger una muñeca originaria de
China, que no podía ser otra que Lili, para regalársela a su prima Sofía, que
iba a hacer la comunión.
A
la tienda también entró Marta, que eligió a Yumma como muñeca preferida.
Ese fue el peor día de la pequeña Laura, porque para ella, Lili y Yumma eran como su familia, sus hermanas.
Ese fue el peor día de la pequeña Laura, porque para ella, Lili y Yumma eran como su familia, sus hermanas.
Pasaron
los años y Sara se hizo mayor, ya se aburría jugando con ella y la ponían
tantos deberes que ni siquiera tenía tiempo para pasarle el trapo del polvo por
encima.
Laura
se sentía como un trasto que no hacía nada más que estorbar. Un día ese
sentimiento se convirtió en realidad. Sara estaba haciendo una limpieza general
por su cuarto y a ella la cogió y la posó en el fondo de una caja de cartón
destinada a Cáritas.
Cuando
Sara acabó de llenar la caja, la cogió y la metió en el coche.
Cuando
llegaron a Cáritas una mujer anciana cogió a Laura y la colocó en una
estantería en la que había un cartel en el que ponía “Muñecas Mandy”
A
Laura la colocaron entre una muñeca china y una africana.
Laura
no cabía en su asombro: ¡después de 7 años volvía a ver a Lili y a Yumma!
Pero
justo cuando volvían a estar juntas entró una chica que le preguntó a la señora
si tenían muñecas Mandy.
La
señora la llevó hasta la balda en la que estaban Lili, Laura y Yumma y otras
cinco muñecas.
La
chica cogió primero a Yumma, luego a otras dos muñecas y luego volvió a por
Lili.
Otra
vez Laura se quedaba sola.
Pero
cuando la chica estaba saliendo por la puerta, la señora la llamó y la dijo que
se olvidaba a una: Laura.
La
chica volvió, cogió a Laura, pagó y metió las muñecas en un coche rojo.
Cuando
llegaron a su destino, la chica, que se llamaba Silvia, las llevó a un cuarto
grande donde había una colección casi completa de muñecas Mandy.
La
colección la completaban las tres hermanas.
Paula Díaz Ortiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario